Reflexión Tardía.

Al leer algunas noticias recientes y presenciar eventos similares recordé una reflexión que tuve hace semanas pero por diversas cuestiones no se las hice llegar…

“499 diputados de 61 Legislatura rinden protesta”. Seguramente todos escuchamos, leímos, vimos o de cualquier manera supimos que los diputados electos en julio tomarían la debida PROTESTA para comenzar a ejercer su cargo. Se que es absurdo, pero en algún momento nos preguntamos: ¿por qué tenemos que saber cuando los diputados toman protesta? ¿Realmente nos interesa que 499 individuos con una mano levantada digan al unísono: “sí, protesto”? ¿No basta con que entren a trabajar y ya?

Cuando trabajamos en una oficina de cualquier tipo y por la circunstancia que sea dejamos de hacerlo, nosotros no le tomamos protesta a nuestro sucesor, en algunas ocasiones ni siquiera lo conocemos y sería impensable que en ese contexto nosotros le tomáramos protesta por su nueva chamba. ¿Qué se nos dice con la toma de protesta?… No estoy muy seguro de lo que se ha escrito al respecto pero voy a compartirles mi reflexión sobre ello.

En la adquisición de cargos públicos o en exámenes profesionales (al menos en universidades públicas) se toma protesta casi de la misma manera: alguien que representa una autoridad jurídica, académica o política le “lee la cartilla” a alguien que está por obtener un nombramiento, cargo o grado; después el futuro presidente, diputado, maestro o licenciado dice: ¡Sí, protesto! Que se refiere al ejercicio de esa responsabilidad que acaba de adquirir con ética y a favor del país o la nación. La autoridad cierra el acto diciendo: “Si no es así que la nación (o la sociedad) se lo demande”. Además de ser una tradición, simbólicamente representa que un ciudadano acepta ejercer su recién adquirida responsabilidad como debe de ser; si todos los que viven un acto de toma de protesta conocieran las implicaciones de la frase “que la nación se lo demande” probablemente pensarían dos veces antes de decir “sí, protesto”. Este protocolo implica aceptar frente a la nación –o la sociedad, con todo lo que eso implica– que nos asumimos a su servicio y que si no le cumplimos tiene el DERECHO de demandar que lo hagamos. Por eso cuando los diputados rinden protesta es importante que por todos los medios se de cobertura al acto y que los mexicanos atestigüemos ese momento. No solo que entren a trabajar, entreguen la silla y ya.

En la pasada toma de protesta de las autoridades municipales se eligió “ligeramente” llevar a cabo el evento a puerta cerrada. En el auditorio municipal las personas con invitación, muchos priístas, personas del agrado de Juan Manuel y Salvador Quezada, funcionarios pasados y actuales se dieron cita para presenciar la toma de protesta del nuevo ayuntamiento. Algunos comentaron que los ayuntamientos no se sentían legítimos o no tenían “cara” para presentarse al pueblo, seguramente ellos decidieron organizar el evento ahí para evitar situaciones incómodas o tener más control del evento pero en un sentido más profundo ¿qué se le dijo a Huehuetoca con esto? En otros municipios se colocaron lonas para que los ciudadanos acudieran y presenciaran como sus nuevos gobernantes tomaban protesta, al parecer Huehuetoca no mereció ese derecho. El pueblo no tuvo la oportunidad de presenciar como un ayuntamiento aceptaba su responsabilidad de servir ni tampoco de saberse públicamente con el derecho de demandar que dicho ayuntamiento sirviera como debe de hacerlo. La toma de protesta en Huehuetoca fue un acto simbólicamente escondido, elitista y que, al ojo público, no existió. Todos supimos que el evento sucedió, pero nadie – fuera del cerrado círculo que lo presenció y que por obvias razones representa al mismo sector que rindió protesta – asistió para atestiguarlo. Imagínense a Juan Manuel López Adán diciendo convencido “¡Sí, protesto!” sin una muestra representativa de la sociedad que habría de gobernar. Nuestro presidente no rindió protesta frente a la sociedad de Huehuetoca sino frente a la sociedad que lo eligió que si recordamos los datos del 6 de julio apenas representa un 10% del electorado. La ligereza de esas decisiones y sus implicaciones son cosas peligrosas; nuestras autoridades crearon una brecha entre el sector político y el pueblo en la que no les importó mirar al pueblo a los ojos y comprometerse con él, pues – con la mano derecha levantada – protestaron únicamente ante aquellos que estaban a su favor. Pero eso sí, cuando se acerca el tiempo electoral hasta en a tu casa te van a ver.

Que no nos extrañe si el “picadente” de pronto no nos voltea a ver o si no le importa que el pueblo resulte perjudicado con lo hace pues él le cumplirá a la sociedad a la que le rindió protesta que, por desgracia, no somos todos. Esperemos para ver que sucede en las fiestas patrias, tal vez el presidente prefiera dar el grito sólo con sus “selectísimos de-votos” y para los Huehuetoquenses no exista un “Viva México”.